El liderazgo de las energías renovables en la transición hacia un planeta descarbonizado es ya incuestionable. El crecimiento exponencial de su implantación sin una correspondencia equivalente en la reducción en el uso de combustibles fósiles ha producido algunos desajustes en el sistema. Uno de ellos es que, en ocasiones, se produce más energía de la que se consume. O que, debido a la oscilación del precio de la electricidad, hay franjas horarias en las que los precios se desploman. Las dos situaciones pueden provocar lo que denominamos curtailment, un indeseado fenómeno que puede subsanarse con un sencillo paso que ya están dando muchos países: el desarrollo del almacenamiento.

Hay quienes se preguntan cómo solventar la intermitencia de las energías renovables, pero pocos se cuestionan qué ocurre cuando se produce más de lo que se consume. Es lo que se conoce como sobreproducción. La respuesta es clara: en el sistema actual, la energía proveniente de fuentes renovables como la fotovoltaica o la eólica, si no se consume, se desaprovecha. Por ello, el curtailment ha pasado a ser una de las principales preocupaciones de productores, propietarios e inversores de grandes instalaciones.

Qué es el curtailment

El curtailment energético es una orden del operador del mercado correspondiente para que tanto las plantas fotovoltaicas y eólicas de gran tamaño como las instalaciones de autoconsumo dejen de producir energía durante un periodo de tiempo concreto. Se produce principalmente por motivos económicos o de capacidad de la red, y en ambos casos está motivado por un desajuste entre la oferta y la demanda, es decir, momentos en los que la producción de electricidad supera notablemente al consumo.

Estas interrupciones están muy relacionadas con la temida ‘curva del pato’, un término acuñado en 2013 por el Operador Independiente del Sistema de California (CAISO), que preveía ya que el despegue de la energía solar conllevaría un desajuste en el sistema. Si se representa en un gráfico el consumo diario de electricidad se puede apreciar que la mayor demanda se produce a primera hora de la mañana y a última hora del día, inversamente proporcional a las horas de mayor producción de energía fotovoltaica.

La sobreproducción puede tener dos consecuencias. Una es que la producción supere la capacidad de la red y el operador del mercado se ve obligado entonces a ordenar parar a las grandes plantas fotovoltaicas. La otra, es que el incremento de la oferta no se corresponda con el de la demanda y se desplomen los precios, de forma que se llega a producir a coste cero.

En ambos casos, se produce una situación perjudicial para el propietario de la instalación y, en función de lo que se haya acordado, también puede afectar a la empresa encargada de las tareas de operación y mantenimiento (O&M), al empeorar el performance rate.

Factores que provocan el curtailment

Según el operador del mercado energético australiano AEMO, la interrupción la producción es un fenómeno que previsiblemente irá en aumento. Calcula incluso que alcanzará un 20% de la producción de las energías renovables en 2050, uno 50 billones (trillones en inglés) de Wh (igual a 50.000 millones de kWh), el equivalente a lo que las renovables producen en la actualidad en Australia.

Los agentes principales del sector de la energía fotovoltaica apelan al incremento de la inversión y a la creación de una normativa apropiada para darle al almacenamiento el protagonismo que merece y evitar el incremento previsto por el AEMO. Pero, para poder prevenir sus efectos, hay que tener en cuenta en qué condiciones suele producirse este fenómeno.

  • Suelen ser jornadas con unas condiciones meteorológicas favorables (días muy soleados o con viento), en los que la producción energética es elevada.
  • La demanda es escasa. En la mayoría de las ocasiones, porque se trata de periodos vacacionales o días del fin de semana, cuando es habitual que se produzcan interrupciones forzadas.

Como evitar el curtailment

Como ya hemos mencionado, la clave para evitar que se desaproveche la electricidad ya producida es poder almacenarla para utilizarla cuando sea más oportuno, bien en las horas nocturnas en el caso de la fotovoltaica, bien cuando no hay viento en el caso de la eólica. Pero también existe la opción de arbitraje para regular la red en función de la oferta y la demanda, que permite comprar la energía en las horas en los que la producción sea más barata y venderla cuando se incrementen los precios.

Ante esta idea, el mercado energético actual debe empezar a plantearse la necesidad de incorporar sistemas de baterías (BESS) en cualquier nuevo proyecto de renovables e incluirlos en instalaciones ya existentes para reducir el impacto medioambiental y maximizar su rendimiento.

Sin embargo, como apuntan asociaciones de empresas del sector como la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), una generalización progresiva del almacenamiento no puede producirse sin medidas incentivadoras de la inversión, además de estimular las subvenciones y ayudas.